Razones para no mudarte con tu pareja antes del matrimonio

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Por el pastor David Schuman

Recuerdo el conflicto interno. Era una noche fría de invierno. Después de quedarnos despiertos hasta tarde hablando y viendo televisión, lo último que quería hacer era ponerme el abrigo y caminar de regreso a mi apartamento. El verano siguiente, la tentación de mudarme con Meifung se hizo aún más fuerte.

Nuestra boda estaba agendada para el 12 de agosto, pero mi contrato de alquiler finalizó el 31 de julio. Durante esas últimas 12 noches, viví en un rincón de mi iglesia que aún estaba en construcción. Habían materiales y escombros esparcidos por todo el salón y en el centro había un balde para recoger el agua que goteaba del techo. Hubiera preferido quedarme en el apartamento amueblado y hogareño de mi prometida. Nadie tenía que saberlo.

Amas a tu pareja. Disfrutan de la compañía del otro y están pensando en mudarse juntos. Aún en la práctica, tiene más sentido cuando miras tu presupuesto y ves cuánto dinero podrían ahorrarse. En un lugar como la ciudad de Nueva York, donde vivo, mudarse juntos podría ahorrarles miles de dólares. Quizás sea lo más conveniente.

Pero, ¿qué tiene que decir la Biblia al respecto? Si bien las Escrituras no mencionan explícitamente la cohabitación de parejas, ofrecen pautas para nuestra era moderna en la cual vivir con tu pareja antes del matrimonio es algo común. Si estás pensando en mudarte con tu pareja, considera estas cuatro cosas.

1. Cohabitar te coloca en una posición de tentación

Vivir juntos puede ser muy íntimo. Se acurrucan y se preparan para ir a la cama todas las noches. Se despiertan bajo el mismo techo y comparten su primera taza de café cada mañana. La cohabitación, naturalmente, acerca a dos personas.

Si te mudas con tu pareja, esa cercanía intensificará el deseo sexual. La Biblia hace claro que el sexo fue creado para que un hombre y una mujer lo compartieran en el contexto del matrimonio (Gn 2:24Mt 19:5). No hubiese confiado en mi capacidad para resistir la tentación del sexo prematrimonial si hubiese vivido con mi pareja. Como nos dice Pablo: “Huyan de la fornicación” (1 Co 6:18). Para huir del pecado, necesitaba quedarme en mi apartamento hasta que nos casáramos.

Considera también cómo esto podría ser una tentación para tu pareja. Jesús dice: “¡Ay del mundo por sus piedras de tropiezo! Porque es inevitable que vengan piedras de tropiezo; pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!” (Mt 18:7). Aún si crees que puedes manejar la tentación, ¿mudarte traerá una tentación innecesaria a tu pareja?

Jesús nos llama a tomar medidas drásticas para evitar el pecado: “Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtalo y tíralo. Es mejor que entres en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos y dos pies, ser echado en el fuego eterno” (Mt 18:8).

2. Cohabitar pone en peligro tu relación

Entre los adultos que viven juntos, el 23% dice que lo hacen porque quieren poner su relación a prueba, según investigaciones de Pew Research. Sin embargo, las investigaciones también muestran que la cohabitación antes del matrimonio aumenta las probabilidades de divorcio. El mismo estudio de Pew Research arrojó que las parejas casadas también tienen niveles más altos de satisfacción y confianza en su relación que las parejas que cohabitan juntas sin casarse. Las estadísticas son claras: cohabitar con tu pareja antes del matrimonio puede dañar tu relación. Esta es una de las razones por las que la Biblia dice que podemos hacernos daño el uno al otro al no abstenernos de la inmoralidad sexual (1 Ts 4:3-8).

Tus amigos pueden pensar que si ya tienes en mente casarte, deberías mudarte con tu pareja. Si les importa su relación, no se arriesgarán a comprometerse el uno al otro sin saber primero si son compatibles. Pero la sabiduría convencional no está basada ni en la Biblia ni en la investigación. La compatibilidad es importante, pero el voto de estar juntos “hasta que la muerte los separe” es lo que cultiva una amistad sana y duradera. Como dice el libro de Proverbios: “Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino de muerte” (Pr 14:12).

3. Cohabitar perjudica tu testimonio

En el verano de nuestra boda, conseguí un segundo trabajo como supervisor de turno en un restaurante con el fin de ganar algo de dinero extra para la ceremonia. Recuerdo una vez cuando un nuevo servidor que estaba entrenando se enteró que me iba a casar en un par de meses, pero no estaba viviendo con mi prometida. Estaba asombrado. No entendía por qué planearía un matrimonio sin primero “probar la relación” viviendo juntos. Le preocupaba que estuviera cometiendo un error y trató de persuadirme de que reconsiderara la boda.

Mi decisión de vivir separados hasta el matrimonio me dio la oportunidad de compartir mi fe con él. Jesús nos llama a vivir de manera diferente al resto del mundo y, al hacerlo, a dirigir el mundo hacia Él:

“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16; cf. 1 P 2:11-12).

Aun si eres capaz de resistir la tentación del pecado sexual, si estás viviendo con tu pareja, tus amigos asumirán que son sexualmente activos. Cuando esperamos a casarnos para vivir juntos, eso se convierte en un testimonio para nuestros amigos, familiares y compañeros de trabajo. Demuestra que Cristo es nuestro Rey y que para nosotros es importante lo que Él nos ha dicho. Nuestra vida puede ofrecer una razón convincente para seguir a Cristo.

4. Cohabitar deshonra el matrimonio

El escritor a los Hebreos nos dice: “Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios” (He 13:4).

Honramos a nuestra abuela anciana por su sabiduría incomparable. El Premio Nobel fue creado para honrar a “aquellos que, durante el año anterior, han otorgado el mayor beneficio a la humanidad”. Honramos a las personas que tienen una calidad notable. Asimismo, honrar el matrimonio es tratarlo como una relación especial.

El matrimonio es una unión profunda, tanto así que el marido y la mujer se vuelven una sola carne (Gn 2:24). Es la más íntima de las uniones humanas y debemos admirar su belleza. Es por esto que debemos mantener el matrimonio lo más distinto posible de las relaciones de noviazgo. En la medida en que nuestros noviazgos comienzan a parecerse más al matrimonio, menos especial se vuelve el matrimonio.

Uno de los cambios más maravillosos de estar casado fue no tener que volver a despedirme por las noches. Ya no tenía que dejar a Meifung para volver a casa, porque mi casa y la suya era ahora la misma. Esperar a vivir juntos hizo que el matrimonio fuera mucho más significativo para nosotros.

Si tú y tu pareja se aman, tal vez la forma en que puedan honrar el matrimonio es casándose. Pídele a tu pastor que se reúna con ustedes para recibir consejería prematrimonial. Si están comprometidos el uno con el otro y no hay nada que los detenga, ¿por qué no fijar una fecha?

Jesús y su esposa

Al considerar estos puntos, permite que ellos te lleven a Aquel que los cumple perfectamente a nuestro favor. Todos fallamos en huir de la tentación de una forma u otra. Solo Jesús fue tentado en todos los sentidos y, sin embargo, nunca pecó (He 4:15). A menudo, en lugar de testificar a nuestros amigos, los alejamos de Dios. Deshonramos el matrimonio en nuestros pensamientos lujuriosos, nuestras bromas groseras y nuestras acciones provocativas. Pero Jesús honró tanto el matrimonio que se entregó a sí mismo por su esposa, para que ella pudiera ser santificada y hermosa para el día de la boda (Ef 5:27).

El amor de Jesús por la iglesia, el amor que llegó al punto de la muerte, es nuestro ejemplo y nuestra salvación. Mientras piensas si debes mudarte con tu pareja, considera qué es lo que le trae más honra a Cristo.

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